En los últimos días, un vídeo viral ha corrido como la pólvora por todas las redes sociales y, en general, por todo Internet. El clip en cuestión muestra en poco más de dos minutos cómo se han movido las fronteras de Europa durante los últimos 1.000 años. Básicamente, esto sería imposible de mostrar si no fuera por la geografía y la cartografía.
Ya sabemos, hablamos de una de las ciencias más antiguas y relevantes que existe y que nos ha acompañado, en distintos formatos, colores, estilos y -en las últimas décadas- en distintas tecnologías, desde tiempos muy remotos. Y lo ha hecho, principalmente, en forma de mapa. No es fácil elegir, ni siquiera hacer un ranking de cuáles han sido los más relevantes para la historia, ni de los más conocidos, ni de los mejores… Hay tantos ejemplos como mapas.
Los mercaderes utilizaban los planos de la ciudad para establecer sus rutas. En tiempos de guerra, fueron la piedra angular de la estrategia militar. Por no hablar del conocidísimo mapa de John Snow, quien en 1854 logró a través de un plano averiguar -y por tanto paralizar- de dónde venía el golpe más violento de cólera que sufrió Londres.
Snow utilizó un mapa de puntos para ilustrar que el grupo de casos de cólera se situaba alrededor de una bomba de agua pública en Broad Street.
La breve historia de la cartografía
Como vemos, los seres humanos han reconocido durante mucho tiempo la importancia y el valor de los mapas para sus vidas. Un reconocimiento que, a decir verdad y gracias a los avances tecnológicos, ha ido siendo cada vez mayor en los últimos años.
En comparación con los mapas modernos, los primeros se utilizaban principalmente para representar áreas pequeñas que eran útiles por algún motivo: una ruta comercial, un coto de caza, una campaña militar, etc. Eran de carácter pictórico, más toscos que los actuales y no tenían reglas relacionadas con su orientación. Es decir, al principio no se indicaban los puntos cardinales.
Fueron los griegos y los romanos los que continuaron refinando el arte de hacer mapas, culminando así el trabajo de Ptolomeo, que describió el mundo de su época a través de Geographia, el famoso tratado científico que contenía miles de referencias y mapas de varias partes del mundo, con líneas de longitud y latitud. Un sistema que revolucionó el pensamiento geográfico europeo, al imponer reglas matemáticas a la composición de los planos.
En Europa, durante la Edad Media, hubo pocos avances en la mejora de la ciencia de la cartografía y de la geografía. La mayoría de los planos se crearon dentro de los monasterios y este es, principalmente, uno de los motivos por los que el fervor religioso tendió a dominar el mapeo.
Por ejemplo, un desarrollo interesante fue la adopción del principio de tener Jerusalén en el centro de un mapamundi y la parte oriental en la zona superior. Por motivos religiosos y, también, por motivos artísticos, los mapas de esta época estaban muy decorados, a menudo con ángeles o, incluso, monstruos imaginarios.
Más tarde, el Renacimiento sí que trajo una serie de cambios significativos que afectaron en gran parte a la cartografía. Por ejemplo, la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg (1440) supuso que las órdenes religiosas dejasen de dominar la producción de mapas. O, al menos, de tener tanta exclusividad.
Por supuesto, el descubrimiento de las Américas y la expansión del contacto con Oriente supusieron un mayor interés por los lugares lejanos, la migración, los viajes, etc. El incremento del aprendizaje público generó, además, una sed de conocimientos que supuso fomentar la investigación científica, incluida la mejora de la cartografía y las cartas de navegación.
En definitiva, todo esto condujo a una expansión masiva del conocimiento geográfico y de la cartografía. Al principio sí que es cierto que los planos eran algo más simples: en blanco y negro y mostraban costas, montañas, ríos, etc. De hecho, a veces se solían pintar a mano, para hacer algo más llamativo y colorido el producto.
A finales del siglo XVIII, ya empezaron a surgir mapas que mostraban un tema. Se utilizaban para anunciar ‘un evento’ en particular, como la ubicación de las personas que tenían una enfermedad (recordemos a John Snow), el alcance de una inundación u otro desastre medioambiental. Con el paso de los siglos, se fueron haciendo más complejos y precisos. A medida que se ampliaba la comprensión de la tierra, la geografía y las matemáticas.
Hoy en día, el uso de satélites, técnicas topográficas, geolocalización, etc. ha hecho que los cartógrafos contemporáneos puedan medir y mapear con gran precisión y constancia. La democratización, herramientas, necesidad de localización, previsiones y demás… han situado a la cartografía en una nueva época dorada. Ya lo dice Gersón Beltrán, licenciado en Geografía por la Universidad de Valencia: los mapas siguen siendo las herramientas que permiten encontrar nuestro lugar en el mundo.
El arte de decorar con mapas
A decir verdad mostrar o explicar la enorme relevancia de los mapas y la cartografía no es sencillo. Y no porque sea menor. Todo lo contrario (como acabamos de ver). Tener la capacidad de reproducir sobre un plano el mundo, un evento o una historia es un verdadero arte al que incluso se le puede sacar partido en el aspecto decorativo.
Es decir, de un tiempo a esta parte hay una tendencia en decoración y coleccionismo que consiste en utilizar mapas antiguos a modo de adorno vintage. Incluso, algunos con cientos de años (y de historia) pueden llegar a valer miles de euros y ser un bien codiciado. Por no hablar, como decimos en el aspecto decorativo, de la originalidad y seriedad que otorga tener un plano colgado en la pared de un despacho, una habitación o un salón.
Dónde comprar mapas antiguos
Como ya sabéis, en Mamanoalla nos apasiona todo lo que tenga que ver con lo vintage, piezas de coleccionista con cierto valor o antigüedades… En definitiva, artículos que cuenten una historia. Y, en este sentido, los mapas no podían ser menos.
Por ejemplo, contamos con una gran mapa de los Países Bajos en los que se describen con enorme perfección y pulcritud los canales y puentes. Es de los años 70 y, como habrás podido imaginar, proviene de Holanda. Mide aproximadamente 197 cm de alto y 182 cm de ancho.
En nuestra colección también puedes encontrar un hermoso mapamundi de la década de los 80, que a buen seguro no pasará desapercibido en cualquier lugar de la oficina, del despacho o de la casa. Sus medidas aproximadas son 124 cm de alto y 190 cm de ancho.
Otro de nuestros favoritos es el gran mapa de la industria y el comercio en la Europa Medieval, que adquirimos en uno de nuestros viajes a Holanda. Es de los años 70 y sus medidas aproximadas son 163 cm de ancho y 98 cm de alto.
Por último, otro de los más originales y que es bien difícil de encontrar es el mapa físico y agrícola de los estados que bañan el Danubio. También de los años 70. Las medidas aproximadas son 100 cm de alto y 120 cm de ancho.
¿Te inicias en el mundo de la carpintería? Descubre todo sobre el banco de carpintero, la herramienta indispensable que necesitas para trabajar en madera.
La increíble belleza de decorar con mapas antiguos
En los últimos días, un vídeo viral ha corrido como la pólvora por todas las redes sociales y, en general, por todo Internet. El clip en cuestión muestra en poco más de dos minutos cómo se han movido las fronteras de Europa durante los últimos 1.000 años. Básicamente, esto sería imposible de mostrar si no fuera por la geografía y la cartografía.
Ya sabemos, hablamos de una de las ciencias más antiguas y relevantes que existe y que nos ha acompañado, en distintos formatos, colores, estilos y -en las últimas décadas- en distintas tecnologías, desde tiempos muy remotos. Y lo ha hecho, principalmente, en forma de mapa. No es fácil elegir, ni siquiera hacer un ranking de cuáles han sido los más relevantes para la historia, ni de los más conocidos, ni de los mejores… Hay tantos ejemplos como mapas.
Los mercaderes utilizaban los planos de la ciudad para establecer sus rutas. En tiempos de guerra, fueron la piedra angular de la estrategia militar. Por no hablar del conocidísimo mapa de John Snow, quien en 1854 logró a través de un plano averiguar -y por tanto paralizar- de dónde venía el golpe más violento de cólera que sufrió Londres.
La breve historia de la cartografía
Como vemos, los seres humanos han reconocido durante mucho tiempo la importancia y el valor de los mapas para sus vidas. Un reconocimiento que, a decir verdad y gracias a los avances tecnológicos, ha ido siendo cada vez mayor en los últimos años.
En comparación con los mapas modernos, los primeros se utilizaban principalmente para representar áreas pequeñas que eran útiles por algún motivo: una ruta comercial, un coto de caza, una campaña militar, etc. Eran de carácter pictórico, más toscos que los actuales y no tenían reglas relacionadas con su orientación. Es decir, al principio no se indicaban los puntos cardinales.
Fueron los griegos y los romanos los que continuaron refinando el arte de hacer mapas, culminando así el trabajo de Ptolomeo, que describió el mundo de su época a través de Geographia, el famoso tratado científico que contenía miles de referencias y mapas de varias partes del mundo, con líneas de longitud y latitud. Un sistema que revolucionó el pensamiento geográfico europeo, al imponer reglas matemáticas a la composición de los planos.
En Europa, durante la Edad Media, hubo pocos avances en la mejora de la ciencia de la cartografía y de la geografía. La mayoría de los planos se crearon dentro de los monasterios y este es, principalmente, uno de los motivos por los que el fervor religioso tendió a dominar el mapeo.
Por ejemplo, un desarrollo interesante fue la adopción del principio de tener Jerusalén en el centro de un mapamundi y la parte oriental en la zona superior. Por motivos religiosos y, también, por motivos artísticos, los mapas de esta época estaban muy decorados, a menudo con ángeles o, incluso, monstruos imaginarios.
Más tarde, el Renacimiento sí que trajo una serie de cambios significativos que afectaron en gran parte a la cartografía. Por ejemplo, la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg (1440) supuso que las órdenes religiosas dejasen de dominar la producción de mapas. O, al menos, de tener tanta exclusividad.
Por supuesto, el descubrimiento de las Américas y la expansión del contacto con Oriente supusieron un mayor interés por los lugares lejanos, la migración, los viajes, etc. El incremento del aprendizaje público generó, además, una sed de conocimientos que supuso fomentar la investigación científica, incluida la mejora de la cartografía y las cartas de navegación.
En definitiva, todo esto condujo a una expansión masiva del conocimiento geográfico y de la cartografía. Al principio sí que es cierto que los planos eran algo más simples: en blanco y negro y mostraban costas, montañas, ríos, etc. De hecho, a veces se solían pintar a mano, para hacer algo más llamativo y colorido el producto.
A finales del siglo XVIII, ya empezaron a surgir mapas que mostraban un tema. Se utilizaban para anunciar ‘un evento’ en particular, como la ubicación de las personas que tenían una enfermedad (recordemos a John Snow), el alcance de una inundación u otro desastre medioambiental. Con el paso de los siglos, se fueron haciendo más complejos y precisos. A medida que se ampliaba la comprensión de la tierra, la geografía y las matemáticas.
Hoy en día, el uso de satélites, técnicas topográficas, geolocalización, etc. ha hecho que los cartógrafos contemporáneos puedan medir y mapear con gran precisión y constancia. La democratización, herramientas, necesidad de localización, previsiones y demás… han situado a la cartografía en una nueva época dorada. Ya lo dice Gersón Beltrán, licenciado en Geografía por la Universidad de Valencia: los mapas siguen siendo las herramientas que permiten encontrar nuestro lugar en el mundo.
El arte de decorar con mapas
A decir verdad mostrar o explicar la enorme relevancia de los mapas y la cartografía no es sencillo. Y no porque sea menor. Todo lo contrario (como acabamos de ver). Tener la capacidad de reproducir sobre un plano el mundo, un evento o una historia es un verdadero arte al que incluso se le puede sacar partido en el aspecto decorativo.
Es decir, de un tiempo a esta parte hay una tendencia en decoración y coleccionismo que consiste en utilizar mapas antiguos a modo de adorno vintage. Incluso, algunos con cientos de años (y de historia) pueden llegar a valer miles de euros y ser un bien codiciado. Por no hablar, como decimos en el aspecto decorativo, de la originalidad y seriedad que otorga tener un plano colgado en la pared de un despacho, una habitación o un salón.
Dónde comprar mapas antiguos
Como ya sabéis, en Mamanoalla nos apasiona todo lo que tenga que ver con lo vintage, piezas de coleccionista con cierto valor o antigüedades… En definitiva, artículos que cuenten una historia. Y, en este sentido, los mapas no podían ser menos.
Por ejemplo, contamos con una gran mapa de los Países Bajos en los que se describen con enorme perfección y pulcritud los canales y puentes. Es de los años 70 y, como habrás podido imaginar, proviene de Holanda. Mide aproximadamente 197 cm de alto y 182 cm de ancho.
En nuestra colección también puedes encontrar un hermoso mapamundi de la década de los 80, que a buen seguro no pasará desapercibido en cualquier lugar de la oficina, del despacho o de la casa. Sus medidas aproximadas son 124 cm de alto y 190 cm de ancho.
Otro de nuestros favoritos es el gran mapa de la industria y el comercio en la Europa Medieval, que adquirimos en uno de nuestros viajes a Holanda. Es de los años 70 y sus medidas aproximadas son 163 cm de ancho y 98 cm de alto.
Por último, otro de los más originales y que es bien difícil de encontrar es el mapa físico y agrícola de los estados que bañan el Danubio. También de los años 70. Las medidas aproximadas son 100 cm de alto y 120 cm de ancho.
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